lunes, 27 de enero de 2014

MIND GAME, por Ana Ravera


Si Satoshi Kon (Paprika, Perfect Blue) y Bill Plimpton recomiendan una película animada es obligatorio prestar atención. Masaaki Yuasa es japonés, director de cine, guionista, artista del guión gráfico y animador conocido por su salvaje estilo libre. Sus más recientes trabajos han sido en 2010 la serie de televisión The Tatami Galaxy y la secuencia de apertura de la película Welcome to the Space Show.

Mind Game (2004) es su primer largometraje y sinceramente hay que experimentarla en primera persona. No hay palabras que realmente puedan hacer justicia a este caleidoscópico y fantasmagórico delirio de película. Mind Game es un largometraje de algo más de hora y media con un argumento difícil de explicar. No es porque no exista argumento o sea rebuscado o incluso se deje ver más bien poco a lo largo de todo el metraje, simplemente es porque la película ofrece millones de cosas más en las que centrar la atención aparte de la insignificante y muy bien llevada trama. Trata de un artista de manga, perdidamente enamorado de su novia de la infancia y muerto por un disparo de bala que entra por su esfínter y explota fuera de su cerebro. Sin embargo, éste no es el final de la historia sino sólo el comienzo. Va al «cielo», ve a  Dios, una ilusión en constante cambio, le es concedida la oportunidad de volver a nuestro reino mortal y vivir sin remordimientos. Mind Game en su nivel más básico, es una historia sobre el poder del amor y la vida, sin embargo, la ejecución de este mensaje es sumamente compleja. La cinta explora los límites de la animación y cuando uno cree que ha visto todo, va mucho más allá.

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La belleza en la narrativa es, sin embargo,  mucho más terrenal de lo esperado, empezando por el encuentro casual de dos amigos de la infancia en el metro. Nishi, el chico promedio, tímido, artista de manga y Myon, el estereotipo de chica de pechos grandes de quien ha estado enamorado desde los 9 años. En el transcurso de la conversación descubre que ella se prepara para casarse con un conductor de camiones llamado Ryo. Van al bar yakitori de su familia para ponerse al día y Nishi conoce a  Ryo, a la hermana de Myon y su a padre. A mitad de la cena, un par yakuzas irrumpen en el restaurante y las cosas se ponen muy feas muy rápido. La  trama lleva al espectador a través de una persecución de alta velocidad por las calles de Osaka, hasta los cielos y  hacia abajo, al vientre de una ballena donde conocemos a un anciano que lleva viviendo allí treinta años. Un viaje fantástico que hace frente a temas metafísicos pero con una narrativa clara que logra mantener al espectador emocionalmente conectado. En el fondo, Mind Game es un simple drama sobre un perdedor, su vida amorosa y cómo mejorarse a sí mismo, pero empapada de recuerdos únicos, periplos impresionistas y realismo mágico.
No es habitual que entre las características de las películas de animación se encuentre el uso de estilos visuales diferentes para contar una historia continua, un enorme alarde de expresionismo plástico. La película es surrealista y absurda pero también refrescante y accesible. En una fracción de segundo puede pasar de hacer una broma acerca de senos para tratar de hacer frente a las grandes preguntas sin respuesta de la vida. Es un tapiz de géneros (película de gángsters, comedia subida de tono, aventura, etc) y estilos artísticos. Combina sin esfuerzo rotoscopia, acuarela, dibujos en crudo y CGI de manera seductora. El hecho de que la película se las arregla para no parecer un collage es todo un milagro, pero Mind Game florece de manera positiva en su exuberancia.

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Los diez  minutos finales son una gozada. Como espectadores llegamos a un estado perfecto de comprensión y aprecio por cada pequeño detalle sin sentido aparente, cada imagen, y cada estado de ánimo, mientras una banda sonora épica, que combina pop, rock, jazz y arreglos orquestales, brota de fondo. El clímax es una sobrecarga que nos deja sin aire. Apenas hay palabras suficientes para describir la experiencia. Es simplemente una de esas películas raras que reafirma la creencia en el milagro asombroso de las imágenes, el anime, el cine y la vida.
Todo esto hace que la película atraiga y produzca un ensimismamiento tal que nos absorbe de la realidad. Su desenlace sobrepasa por completo las expectativas de cualquier espectador dejando el listón demasiado alto para que otra película del género mejore el resultado. A diferencia de muchas cintas experimentales, nunca pierde de vista el hecho de que debe ser disfrutada por su público. Gracias Kon, ya que junto a  Paprika, Mind Game es la mejor película animada que he visto en mi vida.


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