"Primer", el debut de Shane Carruth, rodado en 16 milímetros y con un presupuesto en torno a los 7.000 $, es una película ingeniosa acerca de los peligros de la ingenuidad. Dos aspirantes a inventores, Abe y Aaron, que trabajan en su garaje durante sus horas libre, tropiezan con una invención cuya aplicación no es obvia al principio, pero cuyas implicaciones éticas y metafísicas se harán incalculables de inmediato. Abe (David Sullivan) se la describe a Aarón como "la cosa más importante que haya presenciado cualquier organismo vivo", algo que tal vez pueda resultar excesivo.
(…)La película pertenece, técnicamente hablando, al género
de la ciencia ficción, pero de un estilo
inusualmente riguroso y sin pretensiones. Carruth, un licenciado en matemáticas que
trabajó como ingeniero antes de dar el salto al cine, da muestras de un impresionante
dominio del paciente y singular ritmo de la investigación y desarrollo a pequeña escala. El
guion captura la forma en que se expresan los jóvenes científicos y toma nota de cómo su íntima y competitiva colaboración
avanza
zigzagueante y a trancas y barrancas.
"Eran meticulosos; eran inteligentes",
anuncia una
voz en off al principio, y Carruth, exhibiendo ambas cualidades, las
supone dadas
también en los espectadores, por lo menos en las cantidades justas como
para mantenerse al día dentro
de las complejidades de su narración y de las variaciones lógicas de su
premisa.
Por supuesto es mucho pedir - la
narración es oblicua, a veces hasta el punto de la indefinición-, pero
el
esfuerzo es estimulante. Al igual que "Pi" o "Memento" (estudios
especulativos sobre la mente con los que ésta guarda un parentesco
evidente),
"Primer" es de ese tipo de películas que probablemente generará adeptos
e imitadores. Conozco a un crítico que ya la ha visto por lo menos
cinco veces en varios festivales, y es que gran parte de su atractivo
recae en
la tentadora creencia de que si la ves las suficientes veces al final
podrás entenderla
por completo.
Cosa de la que no estoy muy seguro que sea posible. Después de haberla visto dos veces de principio a fin en busca de pistas sobre su significado, no me atrevería a afirmar que todo tenga sentido en ella. En un momento dado, el amor de Carruth por la complejidad y lo sinuoso cruza la línea entre la ambigüedad y la opacidad, pero me apresuro a añadir que mi desconcierto está teñido de admiración. Carruth tiene la habilidad, la astucia y la seriedad de convertir un artificio filosófico chirriante en un rompecabezas moral, denso e inquietante.
(…) Posiblemente "Primer" convierta a los espectadores en versiones de Abe y Aaron : dan ganas de sentarse y dibujar gráficos y
proponer ecuaciones. (…) Carruth ha dado con algo interesante: la clave para transmitir algunos de los
placeres y riegos que conlleva la
investigación científica (...)"
The New York Times 8 de octubre de 2004 (Traducción con eliminación de espoilers de Alan Moore para Letrinas)
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